lunes, 27 de junio de 2011

Corpus Christi

El domingo fue un gran día. Un día de fiesta. Por las calles de nuestra ciudad y de muchas otras se paseaba Cristo. Sí, sí, como lo lees.
Jesús, el hijo de Dios, paseaba arropado por muchas personas. Unos miraban, otros rezaban, otros pasaban por ahí de casualidad y otros sólo iban a disfrutar de una tarde diferente. Daba igual el motivo, Cristo salió a la calle por todos ellos igual que un día murió y resucitó por amor a cada una de estas personas.

Si lo piensas bien es impresionante. Dios, siendo tan grande y Todopoderoso, se queda con nosotros en un trozo de pan.  Nos ama tanto que se hace pequeño e insignificante para que podamos verlo y comerlo. Y nosotros, al menos aquí en Europa donde las iglesias y las misas abundan, no nos parece nada extraño. Estamos tan acostumbrados a comulgar que no nos damos cuenta de que ese trocito de pan es Cristo.

Yo hoy os invito a que le pidáis al Señor que os permita vivir la Eucaristía como algo maravilloso e importantísimo. Que no nos acostumbremos a este regalazo que podemos recibir cada día de nuestra vida. Ojalá podamos vivir cada Eucaristía como si fuera la primera y la última.



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