viernes, 7 de enero de 2011

La llegada de los Reyes

Ayer fue un día genial. Sí, genial para mí y para el mundo entero. Y no lo digo por los regalos, que aunque es algo estupendo no nos pueden desviar la atención de los verdaderamente importante.

Ayer se celebró la Epifanía del Señor, es decir, su manifestación al mundo entero, a todos los pueblos y naciones. Hace más de dos mil años, unos sabios de diferentes rincones de todo el planeta fueron a postrarse delante de Jesús recién nacido. Es impresionante la actitud de estos hombres, que siendo sabios y ricos se quedaron maravillados al ver al mismo Dios hecho hombre y envuelto en pañales en un asqueroso pesebre.

Cuanta gente hay hoy por el mundo con tanto dinero, con tantos estudios, con estupendos puestos de trabajos que no se sorprenden al ver un niño pobre al que van a adorarle unos cuantos pastores. Se puede decir que casi les escandaliza ver esto porque no pueden entender que Dios Todopoderoso se humille y adopte la condición de ser humano.

Yo le pido al Señor que nunca me pase esto, que nunca me acostumbre a Él. No quiero dejar de sorprenderme cada vez que lo veo en el Sagrario, cada vez que lo comulgo o cada vez que escucho su Palabra. Que como los Magos de Oriente puede quedarme boquiabierta ante Ti y adorarte siempre.

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