Con esto es con lo que me quedo después de ir esta mañana con hermanos de mi parroquia a felicitarles la Navidad a los ancianos del Asilo de Sta. Mónica (al lado del puente que lleva a las torres de Serrano).
Cualquier persona que vaya allí puede asustarse al ver tan de cerca la enfermedad, la vejez y la muerte. Parece que aquello sea la antesala del fin. Además, más de uno puede pensar que si estás allí significa que eres un estorbo para todos, que estás fuera de la sociedad y que no le importas a nadie, ni siquiera a tus hijos o familiares.
Y no es verdad. Bueno, al menos una parte. Puede ser que esas personas estén viviendo allí porque no tengan a nadie que les cuide o, peor aún, ninguno de sus familiares quiera encargarse de ellos. ¿Pero de verdad nadie se preocupa por ellos? No, creo que no. Y hoy me lo han recordado.
Un joven de mi parroquia les ha dicho a los abuelitos que no están solos, que Dios les quiere y por eso mandó a Jesús, que Él también nació por y para ellos. También les ha dicho que la vida no acaba aquí, mas bien todo lo contrario. Y es cierto. A ellos, que por edad les queda poco para morir, también les queda poco para comenzar a disfrutar verdaderamente de la Vida, de aquella que nunca se acaba.
Y es que para eso vino Cristo, para que tengamos todos VIDA (y la tengamos en abundancia) ;)
¡¡Ánimo a los jóvenes de 80 años!! ¡¡NO ESTÁIS SOLOS!!
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